jueves, 15 de agosto de 2013

Insolencia.

Un bolso, y su tan básica pero obsoleta capacidad, esa que se llena con unas llaves, un celular, un pequeño portador de crema de manos, kleenex y chapstick. Esa fue la razón de lo que después pasó.

A diferencia del sol que sabe de dónde a dónde y hasta cuándo cuándo, mis ideas me sorprenden en cualquier aquí y ahora...

Ante mi falta de preparación, me dirigí hacia una tienda cercana y compré el esfero más sencillo (el mío lo había dejado en casa antes de salir, cuando no consideré la idea de traer algo dónde escribir primero dada la falta de capacidad de aquel bolso). Tomé conmigo el trocito de papel donde probaba la tinta negra del lapicero que recién había comprado y salí de ahí con una gratificante sensación de haber robado un tesoro...

¿Qué sería del uno sin el otro?

¿Quién sería sin ellos?

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