miércoles, 24 de abril de 2013

The Devil, and Daniel Johnston...


No me había enterado del primer concierto, y celebré de manera extraña que se cancelara. Lamentaba que hubiese sido por una recaída de Daniel, pero eso hizo que esta vez, en esta segunda fecha pudiera ir. Estuve 4 horas antes. Lo vi bajarse de la camioneta y pude apreciar la tierna forma en que estiró sus pantalones mientras acomodaba su camisa contra él y entonces la atrapó soltando encima su pantalón de sudadera..... ♥

Cuanta emoción. Siento estar enamorada sin haber un quién por culpar… quiero decir, no hay nadie pero todo está lleno. No hay tiempo y sin embargo todo se detiene. Lo único que se escucha es la voz de Daniel cantando "true love will find you in the end" en la prueba de sonido a la que me dejaron entrar junto con los dos chicos que estábamos ahí.
Fue increíble.
No lo podía creer.
Nunca lo voy a olvidar. 




Hoy Daniel estuvo tan cerca de mí que podía escupirme después de casi cada palabra que cantaba. Todos estábamos ahí por la felicidad y las tristezas de Daniel. Era como si a cada movimiento le hubiesen asignado un sonido. Todos ahí fuimos la misma música, la misma melodía que se distorsionaba a veces para sonar mejor. Lo entendemos, ya sea porque comprendemos si nos suponemos en su posición e intentamos ver el mundo cómo se ve con sus ojos, o porque de la misma manera sentimos lo que nos cuenta en cada canción. Estábamos ahí por él y él por nosotros.

Muchas botellitas de agua pero poca motricidad fina al devolverlas a la mesita a su izquierda. Un par de botellitas menos se sumaban ahora en el piso. De vez en cuando sacaba su pañuelo del bolsillo izquierdo y se sonaba profundo. En un momento pensé que había tanta dulzura como mocos en su bolsillo.

Me imaginé saliendo en VH1 y siendo una de esas primeras caras descubiertas tras las rejas que separan a la estrella de sus fans. Cara de fan. Seguramente la imagen precisa sería cuando mis ojos se aguaron con su voz cantando “true love will find you in the end” (momento por segunda vez vivido).Su boca hablaba cada vez más estirada, casi haciendo el trabajo de abrirla su nariz y su mentón. 

Me sentía un poco morbosa al distraerme de ver su cara y estar disfrutando de su torpe intento de acomodar sus pantalones, haciéndolos subir y bajar un poquito, sus manos nunca estuvieron firmes, siempre temblorosas… Se acaba una canción y, con un soplido de algo que quiso decir, hacemos silencio. Lo conservamos para escuchar varios jadeos que nunca consiguieron decir algo. Eligió sentarse. Así empieza “funeral home”.  Su boca parecía de nuevo extraña, como una goma mascándose por su  nariz y su mentón en cada “never coming home”. Un par de sorbos más.

Me parecía estar viendo un nene cantando karaoke en pijama con una gran almohada dentro de su camisa. Termina la canción con un leve "Thank You" y un giro para mostrar su espalda e irse al fondo del escenario. Inventamos una fiesta de la que había decidido como despedida caminando lento con la esperanza de que volviera. Nadie pidió otra canción. Pero nadie escuchó un adiós. Algo había pasado y nadie quiso preguntar. Era Daniel Johnston, debíamos haber pensado que algo así podía pasar.

Siempre te querremos Dani. 

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